domingo, 18 de septiembre de 2011

Confesión #7


  ¿Conoces esa sensación de saber al dedillo hasta el mínimo detalle de una calle por la que has caminado millones de veces? De la que podrías decir a qué huele dependiendo la hora del día, cuántas baldosas tiene, cómo camina la gente cuando la pisa. ¿Y conoces esa otra sensación de tener que seguir fijándote? Como si ya estuvieses tan acostumbrado a hacerlo que tienes que continuar con ello, como si se convirtiese en una obligación o algo así. Anda, ahí está la mancha rosa que dejaste cuando se te calló mi pintauñas hace un par de semanas.
-          Hombre, tú por aquí.
  Levanto la mirada del suelo y veo una figura masculina andando hacia mí. No eres tú y supongo que me siento un poco decepcionada. Me llevo la mano a la frente para hacer de visera ante los últimos rayos del sol, entorno los ojos y distingo el pelo castaño claro de Ismael.
-          ¿Eso no debería preguntarlo yo?
  Sonríe, ahora a apenas unos pasos de mí, y me mira a los ojos. ¿Sabes? Es de esos que contagian alegría, de esos que te meten un no sé qué dentro de ti y que – casi - te obliga a verlos con simpatía.
-           Creía que estabas muerta, hace siglos que no te veía. ¿Qué tal te va todo?
-          Bien, supongo.
-          Me alegro – apenas me deja acabar la frase -. Un día de estos te llamo y te invito a tomar algo, seguro que tienes miles de cosas que contarme.
-          Bueno, mi vida sigue más o menos igual. Nada interesante.
-          Venga, no seas modesta.
-          Te lo digo de verdad – y lo peor de todo es que es cierto – pero adelante, si estás dispuesto a perder un poquito el tiempo conmigo, por mí no hay problema.
-          Lo perderé encantado.
  Se lleva una mano al cabello para apartarlo hacia atrás y veo su reloj de pulsera que me recuerda que ya debería estar en casa. Entreabre los labios para decir algo pero, sin quererlo, me adelanto:
-          Oye, creo que debería irme – y ya me estoy yendo, justo como tú dices que hago siempre -, se me ha hecho un poco tarde y…
-          Bueno, nos vemos, no te preocupes.
  Y no me queda otra que devolverle la sonrisa, tal vez contagiada de nuevo por la de él.
  Realmente es un chico fantástico, en todos los sentidos, ¿sabes? Quiero decir que puedes contar con él para lo que sea, en cualquier situación, aunque apenas lo conozcas. Y además es de esas personas que nunca decepcionan, de las que te hablan mil maravillas y cuando las conoces piensas que todo lo que te han dicho se queda corto.
  Creo que en cualquier otra situación habría intentado tener algo con él, al fin y al cabo, ¿quién no lo haría? Es bueno, es guapo y las chicas no paran de recordarme lo que yo le gusto desde hace un tiempo – sí, yo, con mis aires de poca cosa-. Me pregunto por qué no se habrá fijado en Miranda como hacen todos y tú, sin embargo, te preguntarás que por qué no lo intento, que a qué otra situación espero y supongo que yo tampoco lo sé muy bien… es simplemente que soy incapaz, algo me hace sentir ridícula, quizá intentar  de nuevo prescindir de ti o de quererte, porque todos sabemos que para esto no hay opción, no hay vuelta atrás, aunque suene apocalíptico. No puedo cerrar los ojos a algo que está tan presente como tú, y todo lo que ello conlleva. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario